Prácticas de fertirrigación y calidad del aceite de oliva
La fertirrigación aumenta la producción de aceitunas y aceite en comparación con la agricultura de secano. El agua es el mayor factor limitante para la producción en zonas secas donde generalmente se cultivan los olivos.
Las necesidades hídricas aumentarán durante las estaciones secas. La disponibilidad de agua en olivos influye sobre las características del aceite, principalmente debido al aumento en el contenido de agua en las aceitunas durante la cosecha.
En un ensayo de tres años realizado en olivar de secano se comparan parcelas con un incremento de 3 niveles en las dosis de riego con una parcela en el que no se ha aplicado riego. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el control del riego muestra que el riego como práctica independiente da lugar a una pequeña reducción del ácido oleico y un incremento del ácido palmítico y esteárico como regla general.
Este efecto presenta una correlación positiva con la cantidad de agua aplicada.
La cantidad de polifenoles y K225 (amargor) tiende a disminuir cuando se aumenta el módulo de riego de los olivos, haciendo que disminuya la estabilidad del aceite. Cuando se riega es esencial controlar el estrés hídrico para obtener el mayor rendimiento y la mejor calidad de aceite.
La variación que se produce para cada tratamiento entre las diferentes campañas, es en algunos casos mayor que las diferencias que se producen según las dosis de riego para una misma campaña. El régimen pluviométrico variará en las diferentes campañas y podría tener el mismo impacto que el riego.
Una nutrición equilibrada potencia el aumento del rendimiento que se produce con el riego.